Aprovechando que se acercan los sanfermines

Aprovechando que se acercan los sanfermines, me gusta cada año hacer un repaso por la estética y la moda que ha ido evolucionando a través de los años en los carteles que anuncian las fiestas de San fermín, me he parado a pensar en este cartel del año 1923 anunciador de las fiestas. He seleccionado este porque creo que tiene una peculiaridad que lo diferencia de los demás carteles, primero hay que situar el contexto, año 1923, ni la República, ni el Franquismo, ni las garras del nacionalismo español se habían hecho sentir todavía en su máximo y más cruel esplendor, ni existían sus lemas más conocidos como son la «unidad de España» o el tan cacareado durante la primera legislatura de Zapatero, el famoso «Navarra es España», en definitiva, hay que situar a este cartel en su verdadero contexto, aquel donde el nacionalismo español no se mostró tan descaradamente conflictivo y separador como ahora.

Dicho esto, y conociendo por encima el contexto histórico en el que está situado el cartel, fijémonos en las figuras principales que conforman la obra, se trata nada más ni nada menos que de un txistulari, tocando su instrumento, acompañado de lo que se supone es su mujer, ambos con traje típico vasco, es decir, se trata de un cartel que para anunciar las fiestas del patrón de Pamplona, capital de Navarra, se utiliza uno dde los iconos más representativos de la cultura vasca. Seguramente este cartel pasó por su época como pasaron todos los demás, sin provocar ningún tipo de controversia ni ningún comentario estúpido de los que se oyen ahora, seguramente este cartel no creó ningún tipo de polémica porque en aquella época, se vería como algo natural, un elemento de la cultura vasca adornando un cartel, porque ese cartel es representativo de la capital de Navarra.

La pregunta es, ¿podría hoy día triunfar en un concurso, o lo que es más, no provocar ningún tipo de controversia un cartel anunciador de las fiestas de San Fermín cuya figura central fuera un txistulari? no hace falta ser muy listo para comprobar el tremendo daño que ha hecho el más rancio españolismo en estas tierras, cuando día sí y día también se ha ocupado de separar y diferenciar Navarra de Álava Guipuzcoa y Vizcaya, de enfrentarlas, de dividirlas, y de si hace falta, eliminar todos los vínculos políticos y culturales que unen a estas tres provincias con Navarra, solo hace falta ver aquella vergonzosa manifestación de Pamplona en Marzo de 2007 en la que su inmensa mayoría de participantes, venidos de Valladolid, Madrid, Valencia y demás localidades españolas gritaban ese xenófobo lema del «Navarra es España» haciendo oposición a una supuesta unión política entre las cuatro provincias, dando a entender además según su nacionalismo excluyente y contraproducente a la vez, que si Navarra se unía políticamente a las otras tres provincias vascas, esta, dejaba de ser España, luego para estos defensores de la unidad, Euskadi no es España, curiosa forma de defender la unidad de España.

Dicho esto, si un artista presentase hoy un cartel anunciante de los sanfermines similar al del 23, sería automáticamente tachado de nacionalista, anexionista, se diría que el cartel está politizado, UPN haría que ese cartel fuese excluido, arguyendo que «no representa a todos los navarros», Patxi López y Basagoiti se mojarían y dirían que ese cartel no deslegitima la violencia, y todos estaríamos condenados a escuchar ese cúmulo de tonterías con el que los políticos españolistas han llenado las cabezas de los españoles, las mismas cabezas de aquellos mismos que luego van a una ciudad que no es la suya, a decir a sus habitantes lo que tienen que ser, cómo tienen que sentirse, y cómo tienen que pensar, justo como en la manifestación de 2007. Cómo han cambiado los tiempos, y qué lástima que el españolismo haya ganado tanto terreno en un debate tan artificial y desconocido para el resto de españoles, y en el que ahora, ningún español ignorante se sonroja lo más mínimo para opinar sobre el tema.